Venezuela

 Venezuela. Octubre-noviembre 2023. 

Empiezo el diario de viaje que durará lo que me duren las emociones del comienzo. Cuando todo se apacigua, me resulta tedioso escribir y mi experiencia es que lo dejo irremisiblemente. 

Lo peor de todo no ha sido el viaje ni el cansancio sino los preparativos y las maletas. No en la estación de Madrid, ni fuera del recinto del aeropuerto de Caracas había carros. He tenido que acarrear tres pesadísimas maletas a plomo. Dejándome, como es natural, la espalda dolorida. 

Llegamos sin problema al aeropuerto. Embarcamos. Largas esperas que aprovechamos para irnos conociendo. 

El tiempo del avión fue liviano y entretenido pero la llegada bastante azarosa: cambio de presión, variación de la temperatura con esa combinación de aire acondicionado excesivo y calor igual de excesivo que hay en venezuela. El dolor de espalda. Todo junto se mezclan en un malestar que impide ser amable con la persona que nos recibe. 

Traemos de todo. Sin embargo el aspecto de las personas no es como el de alguien miserable.Es el momento de comprobar la realidad. Falta infraestructura. Los baños y los servicios en general son miserables pero dignos.

Le doy gracias a Dios por dejarme cumplir tantos sueños. Mi madre estaría encantada. Mi padre asustado. A mis 15 años pensaba haber renunciado a un futuro aventurero, peo no ha sido así. Mi jubilación es inmejorable.

Tengo la cabeza atrudida y una pereza paralizante. Me alegro de estar aquí. Controlo los gastos que van subiendo. 

Al día siguiente por la mañana nos recogieron a las cuatro extranjeras dos venezolanas encantadras y en un coche normal pero pequeño nos fuimos las seis. El caos del tráfico es impensable. Sálvese quien pueda. El ambiente simpático.

Suena mi nombre en los altavoces del aeropuerto. 

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