La Rochelle

 



Ayer, fiesta del trabajo, me acordé de La Rochelle. Fue al ver los mugets que tanto me gustaron aquel día 


Me acordé de Carmen paseando en aquella manifestación con la pancarta del partido más de izquierdas que hubiese. Me ofrecí a hacerle una foto y mandársela a su marido que era militante de la ultra izquierda. 


El viaje a la Rochelle fue inesperado. Se rompió una pierna César, que era quien iba a acompañar a Carmen en aquel viaje y ella, ya mayor y agobiada por toda la organización del intercambio, buscó con carácter de urgencia a alguien que le sustituyese. 

Me lo pidió muy en secreto porque sabía que el resto de los profesores se iban a sorprender de la elección. Pero me confesó que buscaba a alguien que reuniera tres requisitos: tener autoridad, aguantar un viaje en autobús y haber viajado mucho para no pensar que ese sería el viaje de su vida. 

La candidata fui yo. Hicimos buena pareja. Realmente yo no hice nada más que vigilar a los chavales y cuidar de Carmen, que ya tenía sus añitos. 

Yo no hablaba francés así que poco le podía ayudar  y no era profesora de aquellos chicos así que no podía participar de la organización ni tener responsabilidades. 

Recorrimos en bus la costa del país vasco francés 


y llegamos al destino agotados después de una noche sin dormir. 

Hubo muchas cosas divertidas en el viaje. La mejor fue la compra en el supermercado del pueblo. Yo le convencí de que donde mejor se compraba era en los supermercados y trajimos el autobús lleno de vinos, quesos, patés. Una gozada. 







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