El valor del discurso persuasivo en las distintas etapas de la tragedia
El
valor del discurso persuasivo en las distintas etapas de la tragedia
María José Martín Velasco (lgchevip@gmail.com)
Universidade de Santiago de
Compostela (Spain)
IV Congreso Internacional de Filosofía Griega
(SIFG)
Madrid. Universidad Complutense. 25, 26 y 27 de
abril de 2022.
El protagonismo de la retórica en la
tragedia es algo evidente y ha sido ampliamente tratado desde distintos puntos
de vista. El nuestro en esta comunicación quiere incidir en dos aspectos
concretos: la evolución que se observa dentro de los trágicos en el grado de confianza
que otorgan al buen uso de la palabra y a su capacidad como instrumento para esclarecer
la verdad y para fundamentar adecuadamente las relaciones humanas. Y las
características que según los trágicos debe tener el lenguaje para cumplir su
papel de constructor del orden social en el caso de Esquilo y de destructor del
mismo en el de Eurípides.
Teniendo en cuenta además que, dado
el papel que los festivales trágicos jugaban en el conjunto de la sociedad
ateniense, lo que se muestra en la tragedia refleja bien el sentir general de
la mayoría de los ciudadanos.
La idea de que el logos es el
elemento configurador de la sociedad ateniense se pone de relieve abierta y
explícitamente después de la victoria frente a los persas, cuando ellos mismos empiezan
a definirse como un pueblo civilizado en el que la razón es la que debe imperar
en la sociedad y en concreto en la forma de concebir las relaciones humanas,
que por tanto deberán basarse en la persuasión y el diálogo y no en la fuerza
que es lo propio de las sociedades en las que impera la violencia.
Pero esta idea de que la bondad o
maldad un hecho deba decidirse por medio del diálogo no es algo nuevo en la
historia del pensamiento griego sino una continuación de lo que ya está
presente en el espíritu desde el principio y que se observa en los textos más antiguos,
donde es frecuente la práctica de analizar las ideas y la conducta y de definir
el bien y el mal por medio del debate. De hecho, en la Ilíada las tres
cuartas partes de la obra la ocupa el discurso directo y son estas
intervenciones las que configuran la marcha de la narración más que las hazañas
bélicas.
El movimiento sofístico aportó al
debate un marco teórico amplio que pudo ejercitarse en la práctica de los
tribunales, propiciado por la naturaleza del sistema judicial ateniense en el
que se exigía la falta de profesionalidad tanto de los litigantes como de los
jueces como requisito para la garantía de la imparcialidad de los procesos.
Este condicionante obligaba a ambos a adquirir una amplia ejercitación en el
dominio del lenguaje y en su capacidad para influir en el estado de ánimo del
oyente.
La tragedia y su carácter agonístico enriqueció
este clima de debate con sus diálogos alternantes y sus largos monólogos que enfatizaban
el contraste entre personajes e ideas. El teatro y los tribunales sufrieron una
mutua influencia tanto en la técnica argumentativa como en el vocabulario y en
la manipulación de las emociones de los oyentes.
Esquilo, el primero de los tres
trágicos, cree ciegamente en el poder purificador del logos y trata a la persuasión
con veneración, como si de una diosa se tratara.
Así la invoca Pelasgo en las Suplicantes,
cuando preocupado por encontrar las palabras oportunas que consigan transmitir
al pueblo la necesidad de acoger a las danaides, exponer su causa ante el
pueblo, que es en definitiva quien tiene que decidir.
1.
Aesch. Supp. 523
πειθὼ δ᾽ ἕποιτο
καὶ τύχη πρακτήριος.
¡Que la persuasión
y la suerte me asistan!
Y en las Euménides,
representada once años después de la batalla de Platea, Atenea invoca a la
Persuasión con agradecimiento, convencida de que es la persuasión la que ha
conseguido de Zeus se ponga de su parte y de que de este modo se frenase el afán
justiciero y vengativo de las Euménides y se facilite así que se imponga este
otro tipo de sociedad.
2.
Aesch. Eumen.
970-975
στέργω δ᾽ ὄμματα
Πειθοῦς, 970
ὅτι μοι γλῶσσαν καὶ στόμ᾽ ἐπωπᾷ
πρὸς τάσδ᾽ ἀγρίως ἀπανηναμένας;
ἀλλ᾽ ἐκράτησε Ζεὺς ἀγοραῖος;
νικᾷ δ᾽ ἀγαθῶν
ἔρις ἡμετέρα διὰ παντός. 975
Amo los ojos de la
Persuasión, porque los puso en mi lengua y en mi boca cuando estaba frente a
estas deidades que se enfrentaban a mí de modo salvaje. Ha triunfado Zeus, el
protector del diálogo en las asambleas, y vence para siempre nuestra rivalidad
en el bien.
Esquilo confía en el ser humano y en
su capacidad de conocer la verdad usando la razón y cree que el instrumento
fundamental del que dispone para llegar a conocer la verdad y para hacer que
otros la conozcan es la palabra. Con el buen uso de palabra será posible que la
sociedad ateniense admita el nuevo orden social que debe instaurase y se
consolide. Las relaciones personales, las instituciones y los propios gobernantes
progresivamente irán de este modo perdiendo su dureza primitiva para dar paso al derecho y a la razón, a la eunomía
tal como la definía Solón según la cual la bondad triunfará sobre la violencia
y el orgullo.
Εὐνομίη δ᾽ εὔκοσμα καὶ ἄρτια πάντ᾽ ἀποφαίνει,
καὶ θαμὰ τοῖς ἀδίκοις ἀμφιτίθησι πέδας.
Todo lo pone en
orden y a punto y ata a menudo con grillos al malo.
Para que el lenguaje sea capaz de
generar persuasión y de convertirse el instrumento adecuado para instaurar el
nuevo orden social, debe cumplir unos requisitos. Debe ser preciso, sintético y
adecuado a las circunstancias del momento. Pues la tarea de quien procura
influir en la conducta de otro consiste en ir conduciendo por medio del diálogo
al interlocutor, al modo socrático y como si de un tribunal se tratase, para
que este, por sí mismo vaya descubriendo la verdad que los dioses han inscrito
ya en su interior. Por ello cada discurso, cada negociación exige un registro
distinto.
Por tanto, el leguaje persuasivo
precisa de claridad en las pretensiones de cada parte, sincretismo evitando la
ampulosidad, adecuación en el modo a la situación en la que se negocia y algo
muy importante que es la valentía, indispensable para llegar a esa verdad que tiene
para él una función sanadora.
En general los criterios que manejan
son los que se ajustan al buen orador persuasivo que describe Aristóteles
cuando trata del (Rh. 1356a 5-7) ἦθος τοῦ λέγοντος ‘carácter del que habla’.
Las cualidades propias de ese orador son φρόνησις ‘sensatez’, ἀρετή ‘valor’ y εὔνοια
‘benevolencia’.
Vamos a repasar varios fragmentos en
los que estas afirmaciones quedan patentes. Uno de ellos son los consejos de Danao
a las suplicantes
4.
Aesch. Supp. 194
- 203
αἰδοῖα καὶ γοεδνὰ
καὶ ζαχρεῖʼ ἔπη
ξένους ἀμείβεσθʼ, ὡς ἐπήλυδας πρέπει, 195
τορῶς λέγουσαι τάσδʼ ἀναιμάκτους φυγάς.
Contestad a los
anfitriones con palabras adecuadas a quien muestra respeto, porque está
pidiendo algo que necesita. Es lo que conviene a un recién llegado que expone
con claridad que ha huido, pero no por haber cometido un crimen.
φθογγῇ δʼ ἑπέσθω πρῶτα
μὲν τὸ μὴ θρασύ,
τὸ μὴ μάταιον δʼ ἐκ μετωποσωφρόνων
Que no acompañe a
vuestra voz un tono de arrogancia, ni emane vanidad de vuestro rostro
καὶ μὴ πρόλεσχος
μηδʼ ἐφολκὸς ἐν λόγῳ 200
γένῃ. τὸ τῇδε
κάρτ᾽ ἐπίφθονον γένος.
No seáis
precipitadas ni prolijas en las respuestas, porque en esa cuestión este linaje
es muy celoso.
μέμνησο δʼ εἴκειν·
χρεῖος εἶ ξένη φυγάς.
θρασυστομεῖν γὰρ οὐ πρέπει τοὺς ἥσσονας.
No olvides ceder
—eres una pobre extranjera fugitiva—, que no está bien al débil hablar con
osadía.
Más adelante, será Pelasgo quien incida
en la brevedad, como elemento propio del modo de comunicación de la sociedad ateniense.
5.
Aesch. Supp. 273
μακράν γε μὲν δὴ ῥῆσιν οὐ στέργει πόλις.
A esta ciudad no le
gustan los discursos largos.
Algo que las ellas entienden sin
problema porque no en vano tienen origen griego.
6.
Aesch. Supp. 274-276
βραχὺς τορός θ᾽ ὁ
μῦθος· Ἀργεῖαι γένος
ἐξευχόμεσθα,
σπέρματ᾽ εὐτέκνου βοός.
καὶ ταῦτʼ ἀληθῆ
πάντα προσφύσω λόγῳ.
Mi discurso será
breve y claro, pues nos sentimos orgullosas de ser de raza argiva, semilla de
la fértil vaca. Que esto es verdad lo confirmaré con argumentos.
Finalmente, las danaides defienden su
causa, como la defendería un acusado ante un tribunal, siguiendo el consejo de Pelasgo
de que argumenten basándose en su debilidad porque todo el mundo está dispuesto
a ser benévolo con los débiles.
7.
Aesch. Supp.
485-489
ὑμῖν δ᾽ ἂν εἴη δῆμος
εὐμενέστερος·
τοῖς ἥσσοσιν γὰρ πᾶς τις εὐνοίας φέρει.
El pueblo posiblemente
será más benévolo con vosotros pues se está más dispuesto a serlo con los
débiles
Otro pasaje interesante para definir
las cualidades del discurso persuasivo es la réplica de Agamenón al
recibimiento de Clitemnestra. La reina le recibe con una especie de disertación
larga, artificial, ampulosa y formal que no convence en absoluto al rey quien atreve
a ridiculizarlo.
8.
Aesch. Ag. 915-7
Λήδας γένεθλον, δωμάτων ἐμῶν φύλαξ,
ἀπουσίᾳ μὲν εἶπας εἰκότως ἐμῇ;
μακρὰν γὰρ ἐξέτεινας; ἀλλ᾽ ἐναισίμως
αἰνεῖν, παρ᾽ ἄλλων χρὴ τόδ᾽ ἔρχεσθαι γέρας.
Hija de Leda,
guardiana de mi casa, has hablado en la medida de mi ausencia: pues te
extendiste largamente... Pero, en lo concerniente a alabarme de forma adecuada,
ese honor debe venir de otras personas.
A esta intervención le sigue un
diálogo duro, pero muy sincero donde queda clara la rivalidad y la postura de
cada uno. Donde se exigen el uno al otro decir la verdad y exponer las
exigencias y los deseos con respecto al otro.
9.
Aesch. Ag. 931-943
Κλ. καὶ μὴν τόδʼ
εἰπὲ μὴ παρὰ γνώμην ἐμοί.
Cl. Pues bien,
habla entonces sin ocultarme tu parecer.
Ἀγ. γνώμην μὲν ἴσθι μὴ διαφθεροῦντʼ ἐμέ.
Ag. Que sepas que
no voy a ocultar lo que pienso.
Κλ. ηὔξω θεοῖς
δείσας ἂν ὧδʼ ἔρδειν τάδε.
Cl. ¿Prometiste a
los dioses en un momento de temor que obrarías así?
Ἀγ. εἴπερ τις, εἰδώς
γʼ εὖ τόδʼ ἐξεῖπον τέλος.
A. Si. Alguien
que lo sabía bien me comunicó que debía hacerlo así.
Κλ. τί δʼ ἂν δοκεῖ
σοι Πρίαμος, εἰ τάδʼ ἤνυσεν; 935
Cl. ¿Qué piensas
que hubiera hecho Priamo de lograr este triunfo?
Ἀγ. ἐν ποικίλοις ἂν κάρτα μοι βῆναι δοκεῖ.
A. Habría pisado
los bordados.
Κλ. μή νυν τὸν ἀνθρώπειον
αἰδεσθῇς ψόγον.
Cl. Entonces no
te dejes influir por lo que te reprocharán los hombres.
Ἀγ. φήμη γε μέντοι δημόθρους μέγα σθένει.
A. Pero la fama
que ellos divulguen tiene mucho alcance.
Κλ. ὁ δʼ ἀφθόνητός γʼ οὐκ ἐπίζηλος πέλει.
Cl. El que no
suscita envidia es porque no tiene nada que ofrecer.
Ἀγ. οὔτοι γυναικός ἐστιν ἱμείρειν μάχης. 940
A. No es propio
de una mujer disfrutar con un enfrentamiento.
Κλ. τοῖς δʼ ὀλβίοις
γε καὶ τὸ νικᾶσθαι πρέπει.
Cl. También los
afortunados tienen que dejarse ganar.
Ἀγ. ἦ καὶ σὺ
νίκην τήνδε δήριος τίεις;
A. ¿Tanto interés
tienes en ganar esta disputa?
Κλ. πιθοῦ· κράτος μέντοι πάρες γʼ ἑκὼν ἐμοί.
Cl. Hazme caso. Déjame
ganar y saldrás ganando tu.
Este diálogo convence a Agamenón que
accede a entrar y pasa lo que pasa.
En Euménides lo que pretende
es recrear en la tragedia cómo debe administrarse la justicia en los
tribunales. Y en cuanto al lenguaje se exige que se respeten los tiempos, los
modos y los turnos.
Se le pide a Apolo que escuche:
10. Aesch. Eum. 198 (---436)
ἄναξ
Ἄπολλον, ἀντάκουσον ἐν μέρει. 198
¡Soberano Apolo, escúchame a tu vez!
Tanto Apolo como las Erinias exigen brevedad en la exposición:
11. πῶς δή; τοσοῦτο μῆκος
ἔκτεινον λόγου. 201
¿Cómo? Hasta este
punto prolonga tu discurso.
Y a Atenea que tenga paciencia
12. πεύσῃ τὰ πάντα
συντόμως, Διὸς κόρη. 415
Te enterarás de
todo en un momento, hija de Zeus.
En otro momento Atenea da la palabra
a Orestes para que se defienda cuando considera que es oportuno
13. τί πρὸς τάδ᾽ εἰπεῖν, ὦ
ξέν᾽, ἐν μέρει θέλεις; 436
¿Qué quieres
decir a esto, forastero, por tu parte?
Es decir, se manejan en este diálogo los
modos propios de los tribunales y se exige a ambas partes una forma y una
argumentación adecuada. Es el reflejo de este cambio en el modo de plantear las
relaciones que copia y refleja los métodos de los tribunales.
Eurípides. El poder engañoso del lenguaje.
Eurípides,
el último de los trágicos piensa de la retórica, nos encontramos con lo
contrario. El conoce todos los mecanismos retóricos, los maneja con enorme
maestría y centra su interés en dejar al descubierto los posibles huecos por
donde la sociedad, precisamente por medio de un lenguaje persuasivo, va minando
sus propios fundamentos.
Si
en Esquilo encontramos la plantilla de cómo debe usarse el lenguaje para ser
persuasivo y de cómo debe comportarse un tribunal para ser justo, en Eurípides
descubrimos la maestría de quien ha aprendido las técnicas de la retórica y
conoce los puntos débiles del sistema democrático ateniense.
Con
un hábil manejo de las técnicas retóricas, Eurípides dirige su atención a la
descripción psicológica de los personajes de sus tragedias y deja que sean
ellos mismos los que muestren los puntos débiles que ese «buen
gobierno»
ha cultivado sin pretenderlo en la sociedad democrática y que ha acabado por
dañar las relaciones personales.
Para
ello rehace los protagonistas de los mitos, ajustándolos a la medida y los
criterios que ya hemos visto que recogerá después Aristóteles en la Retórica,
no solo en lo que se refiere a la credibilidad sino también porque encarnan el
prototipo de hombre feliz y respetado. En general los criterios que manejan
son los que se ajustan al buen orador persuasivo que describe Aristóteles
cuando trata del (Rh. 1356a 5-7) ἦθος τοῦ λέγοντος ‘carácter del que
habla’. Las cualidades propias de ese orador son φρόνησις ‘sensatez’, ἀρετή
‘valor’ y εὔνοια ‘benevolencia’.
Los
protagonistas que él crea están dotados de todo lo que ha podido aportar una
sociedad civilizada, pero con su conducta generan en su entorno próximo
reacciones que podrían considerarse propias de seres irracionales y que causan
grandes desgracias.
En Hipólito, Afrodita se comporta injustamente con Hipólito, pero su
actuación es perfectamente justificable con los criterios retóricos que se
manejan en los tribunales, ya que su castigo no tiene como razón última la
venganza por celos, sino que se ve obligada a hacer justicia por la arrogancia
que supone el desprecio a los dioses:
14. Eur. Hipp 20-22
τούτοισι μέν νυν οὐ φθονῶ: τί γάρ με δεῖ;
ἃ δ᾽ εἰς ἔμ᾽ ἡμάρτηκε τιμωρήσομαι/
Ἱππόλυτον ἐν τῇδ᾽
ἡμέρᾳ.
Yo no estoy celosa
por ello. ¿Por qué iba a estarlo? En cambio, por las faltas que ha cometido
contra mí castigaré a Hipólito hoy mismo.
15. Eur. Hipp 49-50
τὸ γὰρ τῆσδ᾽ οὐ προτιμήσω κακὸν
τὸ μὴ οὐ
παρασχεῖν τοὺς ἐμοὺς ἐχθροὺς ἐμοὶ
δίκην τοσαύτην ὥστ᾽ ἐμοὶ καλῶς ἔχειν.
No tendré en tanta
consideración su desgracia hasta el punto de que mi enemigo no deba pagarme la
satisfacción que me parezca oportuna.
Hécuba se atreve a llamar ‘tirana’ a
la persuasión y a opinar que se la ha situado por encima de la justicia en lo
que a las leyes de hospitalidad se refiere:
16. Eur. Hec. 816 Πειθὼ δὲ τὴν τύραννον
Ión se asusta de tener que afrontar el orden social
establecido en Atenas siendo como es alguien falto de honores y de pasado (638
ss.) y recurre a lo que es un tópico en Eurípides, considerar que la ley es
válida para los afortunados, pero que no obliga a los que han caído en
desgracia
17. Eur. Ion 1045-1051
τὴν δ᾽ εὐσέβειαν εὐτυχοῦσι μὲν καλὸν
τιμᾶν· ὅταν δὲ πολεμίους δρᾶσαι κακῶς
θέλῃ τις,
οὐδεὶς ἐμποδὼν κεῖται νόμος.
La piedad está bien
que la observen los afortunados. Pero, cuando alguien se propone hacer mal a un
enemigo, no hay ley que pueda impedirlo.
En Orestes Tindáreo apela a la ley como razón de su deseo de venganza:
18. Eur. Orestes 523-525
ἀμυνῶ δ᾽, ὅσονπερ
δυνατός εἰμι, τῷ νόμῳ,
τὸ θηριῶδες τοῦτο καὶ μιαιφόνον
παύων, ὃ καὶ γῆν
καὶ πόλεις ὄλλυσ᾽ ἀεί
Defenderé la ley en
la medida de mis fuerzas, tratando de impedir ese instinto bestial y
sanguinario, que destruye de continuo el país y las ciudades.
Orestes defiende su piedad y hace una
descripción paradigmática de los oradores en el discurso del mensajero ante la
asamblea (866-956).
19. Eur. Or.
546-547
ἐγᾦ δ᾽, ἀνόσιός εἰμι μητέρα κτανών,
ὅσιος δέ γ᾽ ἕτερον ὄνομα, τιμωρῶν πατρί.
Yo soy impío por
haber matado a mi madre, pero piadoso en otro respecto, por vengar a mi padre.
Hay
dos obras, Medea y Alcestis en la que se cuestionan especialmente
dos de los grandes pilares que soportaban la civilización griega: la razón
frente a la irracionalidad y la ley frente a la ausencia de ella.
El
mito de la extranjera Medea permite a Eurípides dudar de uno de los
fundamentos de la sociedad civilizada de la que se enorgullecen, si a fuerza de
creerse sus propios mitos, se ha transformado en un hábitat dañino. La retórica
ha enseñado a argumentar ‘razonablemente’ lo que es malo. La razón entra en
Medea en conflicto con la pasión y se amplía hasta crear una confrontación
entre lo bárbaro y lo griego, entre lo que es correcto y lo que es legal, entre
la ley humana y la divina y en definitiva entre la verdad y la mentira,
amenazando así los propios fundamentos de la sociedad civilizada.
El
momento más definitorio en este sentido es el agon entre Jasón y Medea
(465-575) en el que queda de manifiesto como Jasón, confiando en su habilidad
retórica y en su posición social, es capaz de definirse a sí mismo como sabio
(σόφος) y benevolente para con su mujer y sus hijos (φίλος) y fuerza a Medea a
entrar en conflicto con la sociedad cuyas reglas ha aceptado y que ahora la
rechaza.
Medea,
ofuscada por el miedo, el mismo al que el Eteocles de Esquilo ordenaba
mantenerse alejado de los ciudadanos, y rechazada por la sociedad en la que
vive y a cuyas reglas se ha acomodado, se ve obligada a llegar al límite de la
irracionalidad, envenenando a la mujer de Jasón y a matando a sus propios
vástagos. No es pues la sociedad lo que se pone en duda sino la manipulación
retórica de los valores sociales y la desprotección que esa manipulación
provoca en los que son débiles.
2.
En Alcestis Eurípides se cuestiona otro fundamento si trascender lo
legal es más justo que limitarse a cumplir lo establecido por la ley. La obra
comienza con un diálogo de Apolo con la Muerte (30-75), similar al de las Euménides
de Esquilo, donde Apolo, un dios ἐπιεικής equitativo, pero en abierto
conflicto con la nomos, burla la presencia de la muerte con artimañas dialécticas
que rozan el límite de lo justo y acaba consiguiendo su objetivo: vencer la
impiedad de aquella.
El
otro punto de inflexión es el diálogo (614-642), tan conflictivo moralmente,
entre Admeto, un hombre cobarde que consiente en que su mujer muera en su lugar
y Feres, su padre, que rechaza abiertamente someterse a ese intercambio por
considerar esa petición irracional, propia de bárbaros. La cobardía de Admeto
resulta engrandecida ante el egoísmo mezquino de Feres quien después de presentarse a
sí mismo como un hombre orgulloso de vivir en una sociedad en la que la ley se
identifica con la civilización y en definitiva con la norma moral, no sabe
transcender más allá y rechaza la petición de Admeto sólo por el hecho de no
estar estar exigida por la ley, por ser propia de bárbaros. Feres es lo que
después definirá Aristóteles como un hombre que ha vivido en una ciudad bien
gobernada, pero que no por eso se ha hecho un hombre bueno (Pol.
1280b8-10) .
Conclusión
La consideración y el valor del
discurso persuasivo en la tragedia sufren una clara evolución.
Para Esquilo la retórica se vincula
directamente a la batalla ganada por la libertad. Para él, la misión de los
buenos gobernantes será instaurar un nuevo orden en las instituciones y en la
sociedad a través de una concepción nueva de la justicia en la que el logos
juega un papel primordial. Nadie debe temer en este nuevo orden de cosas, en el
que la tiranía ha sido abolida y sustituida por el consenso, el odio por la
benevolencia y la violencia por la razón. Su actitud se sintetiza en las
palabras de Eteocles:
20. Aesch. Seven 236-8
οὔτοι φθονῶ σοι δαιμόνων τιμᾶν γένος,
ἀλλ᾽ ὡς πολίτας μὴ κακοσπλάγχνους τιθῇς,
εὔκηλος ἴσθι μηδ᾽ ἄγαν ὑπερφοβοῦ.
No veo con malos ojos
que honres el linaje de los dioses, mas, con el fin de no hacer a los
ciudadanos cobardes, sé templada y procura no temer en demasía.
Esquilo confía en el poder de la
verdad, confía en la capacidad del ser humano de llegar descubrirla a través
del logos porque los dioses han ya inscrito en su interior.
Eurípides, por el contrario, centra
su interés en dejar al descubierto los posibles huecos por donde la sociedad va
minando sus fundamentos. Sin criticar abiertamente los valores arraigados en
Atenas, deja intuir sus deficiencias y, sin proponerlo explícitamente, insinúa
la posibilidad de un nuevo orden social más acorde con los principios reales de
los que éste surgió.
Por un camino distinto al de Esquilo,
Eurípides propone igualmente fundamentar el respeto al orden legal y la
capacidad de raciocinio que refleja el diálogo, no en su antigüedad ni en la
eficacia de su cumplimento sino en su bondad y en el hecho de ser acorde con la
naturaleza humana y no la equiparación de las normas morales y las sociales.
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