La retórica del elogio en Píndaro
La Retórica del elogio en Píndaro
La Retórica de
Aristóteles no es un tratado
preceptivo, un manual para componer discursos persuasivos, sino una
recopilación de toda una vasta y dispersa tradición de cómo se llevaba a cabo
el proceso de persuasión en distintos tipos de discurso, ante auditorios con
expectativas diversas y con diferente finalidad. Por eso, aun centrándonos en
los textos pindáricos siempre partimos de las referencias al discurso
epidíctico que nos ofrece la Retórica y también algunas otras obras
aristotélicas.
Nuestro análisis retórico de los epinicios no es exhaustivo
ni novedoso, sólo destacaremos aquellos elementos ya conocidos de los poemas
pindáricos que son susceptibles de ser interpretados como un recurso
comunicativo que se ajusta al análisis del discurso que sistematiza Aristóteles
en la Retórica.
El discurso epidíctico (γένος ἐπιδεικτικόν) es aquel cuya
finalidad es conmover a los oyentes con el relato de hechos elogiosos que se
refieren a algo acontecido en el presente (Rh. 1358a36 ss.) y se diferencia del
judicial y del deliberativo (Rh. 1358a36-1359a5) en primer lugar por el tipo de
público que escucha el discurso que, en este caso, son simples espectadores y
no jueces ni políticos que deban tomar una decisión; en segundo lugar porque no
pretende que juzguen un hecho pasado ni que decidan la bondad o maldad de una
acción futura, sino que valoren el buen hacer de alguien en el momento
presente.
(1) Rh. 1358b: τρία γένη τῶν
λόγων τῶν ῥητορικῶν, συμβουλευτικόν, δικανικόν, ἐπιδεικτικόν. συμβουλῆς δὲ τὸ μὲν
προτροπή, τὸ δὲ ἀποτροπή· (…) 1358b ἐπιδεικτικοῦ δὲ τὸ μὲν ἔπαινος τὸ δὲ ψόγος. χρόνοι δὲ ἑκάστου τούτων εἰσὶ
(…) τῷ δʼ ἐπιδεικτικῷ κυριώτατος μὲν ὁ παρών (κατὰ γὰρ τὰ ὑπάρχοντα ἐπαινοῦσιν ἢ
ψέγουσιν πάντες), (…) τέλος δὲ ἑκάστοις τούτων ἕτερόν ἐστι, καὶ τρισὶν οὖσι
τρία, (…) τοῖς δʼ ἐπαινοῦσιν καὶ ψέγουσιν τὸ καλὸν καὶ τὸ αἰσχρόν, τὰ δʼ ἄλλα
καὶ οὗτοι πρὸς ταῦτα ἐπαναφέρουσιν.
Y en función de esto se exponen una serie de orientaciones
relativas a los temas y a los procedimientos literarios (1366a23-1368a38)
útiles para quienes elaboran este tipo de discursos.
II. La areté como
objeto de la retórica epidíctica. La ἀρετή: μίμησις y δύναμις.
El objetivo del discurso encomiástico, dice Aristóteles en
la Retórica, es mostrar las cualidades de aquél al que se elogia o se reprueba,
sobre todo destacar su areté, en toda la complejidad que este término implica

Hablemos a continuación de la excelencia, de la maldad, de
lo bello y de lo vergonzoso. Pues éstos son los objetivos del que alaba y del
que reprueba.
En el caso de los epinicios hay dos aspectos en este
tratamiento retórico de la areté que nos parece conveniente destacar: el
primero es la utilización de la areté como objeto de mímesis y el segundo la
consideración de la areté como una dínamis.
II.1. La ἀρετή como
objeto de μίμησις
Volvemos a otro texto de Aristóteles, esta vez de la EN, en
el que refiriéndose a uno de los tipos de «virtud», (ἀρετή), la areté ética, se
nos dice que, aun siendo una cualidad innata y heredada, debe moldearse y
actualizarse en el carácter de cada individuo, es decir, con la costumbre:
(3) EN 1103a15: ἡ δʼ ἠθικὴ
(ἀρετή) ἐξ ἔθους περιγίνεται.
La excelencia ética se adquiere con la costumbre.
Y en otro texto, esta vez de la Poética, afirma que la forma
más natural de adquirir un talante íntegro es con la imitación de los
caracteres ajenos, pues los hombres en quienes nos fijamos destacan o bien por
su excelencia o bien por su ineptitud y eso es lo que hace que nos hagamos
mejores, peores o iguales a ellos
(4) Po. 1448a: ἐπεὶ δὲ μιμοῦνται οἱ μιμούμενοι πράττοντας, ἀνάγκη
δὲ τούτους ἢ σπουδαίους ἢ φαύλους εἶναι (τὰ γὰρ ἤθη σχεδὸν ἀεὶ τούτοις ἀκολουθεῖ
μόνοις, κακίᾳ γὰρ καὶ ἀρετῇ τὰ ἤθη διαφέρουσι πάντες), ἤτοι βελτίονας ἢ καθʼ ἡμᾶς
ἢ χείρονας ἢ καὶ τοιούτους
Se imita el comportamiento de los hombres y sólo hay dos
tipos de hombres, los que se esfuerzan y los que no, pues a esto se reducen los
tipos humanos que destacan o bien por su excelencia o por su ineptitud y esto
es lo que hace que nos hagamos mejores, peores o iguales a ellos.
En otro texto de la Poética insiste en esta misma idea
afirmando que la mímesis es la forma más natural y divertida de aprendizaje
(5) Po 1448b: Τό τε γὰρ
μιμεῖσθαι σύμφυτον τοῖς ἀνθρώποις ἐκ παίδων ἐστὶ καὶ τούτῳ διαφέρουσι τῶν ἄλλων
ζῴων ὅτι μιμητικώτατόν ἐστι καὶ τὰς μαθήσεις ποιεῖται διὰ μιμήσεως τὰς πρώτας,
καὶ τὸ χαίρειν τοῖς μιμήμασι πάντας
La imitación es natural para el hombre desde la infancia, y
esta es una de sus ventajas sobre el resto de los seres vivos, pues él es una
de las criaturas más imitadoras del mundo, y aprende desde el comienzo por
imitación y a todos les resulta divertido imitar
Este aspecto mimético de aprendizaje de la areté era la
finalidad primordial de las celebraciones para las que se compusieron los
epinicios de Píndaro.
Las ceremonias organizadas para celebrar el triunfo
presentaban a los atletas vencedores como nuevos héroes dotados de fuerza,
belleza y de cualidades morales
(6) I.7.20: κώμαζ᾽ ἔπειτεν
ἁδυμελεῖ σὺν ὕμνῳ
καὶ Στρεψιάδᾳ: φέρει γὰρ Ἰσθμοῖ
νίκαν παγκρατίου: σθένει τ᾽ ἔκπαγλος ἰδεῖν τε μορφάεις: ἄγει
τ᾽ ἀρετὰν οὐκ ἴσχιον φυᾶς.
¡Celebra, pues, con himno de dulce melodía a Estrepsíades!
Porque en el Istmo logra la victoria del pancracio. Extraordinario por su
fuerza, hermoso por su aspecto y con un excelencia ética que no desmerece su
físico.
Propiciaban con su magnificencia el éxtasis religioso,
potenciando el recuerdo de los orígenes míticos de la ciudad. Y todo ello
contribuía a que se crease en los jóvenes espectadores una buena disposición a
poner de su parte todo el esfuerzo (πᾶσαν ὀργάν) que era necesario para obtener
una dicha (ὄλβος) como aquella de la que estaban disfrutando y justificaba ante
los ciudadanos la necesidad del dispendio.
ἀμφότερον
δαπάναις τε καὶ πόνοις,
χρή νιν εὑρόντεσσιν
ἀγάνορα κόμπον
μὴ φθονεραῖσι
φέρειν
Al que se entrega con toda el alma a conseguir la excelencia,
sin ahorrar gastos ni esfuerzos, cuando lo logra, hay que dedicarle sin dar
cabida a la envidia una alabanza sonora
(8) O.6.72: ὄλβος ἅμ᾽
ἕσπετο: τιμῶντες δ᾽ ἀρετὰς
ἐς φανερὰν ὁδὸν ἔρχονται.
Y le acompaña la felicidad. Honrando las virtudes es ilustre
su trayectoria.
En muchas ocasiones se vincula la areté a la riqueza, con la
idea de que estos dos elementos juntos son el humus adecuado para el triunfo,
mientras que la riqueza sola o el esfuerzo solo no son fructíferos para la
comunidad.
(9) P.5.1: ὁ πλοῦτος εὐρυσθενής,
ὅταν τις ἀρετᾷ
κεκραμένον καθαρᾷ
βροτήσιος ἀνὴρ
πότμου παραδόντος, αὐτὸν ἀνάγῃ
πολύφιλον ἑπέταν.
La riqueza es algo que da poder, y cuando el destino se lo
concede a un mortal, éste debe mezclarla con la virtud pura, así se transforma
en un bien que le proporciona muchos amigos.
Riqueza, areté y esfuerzo, por tanto, dan como resultado el
triunfo atlético, que lleva pareja la magnanimidad moral y que acarrea grandes
beneficios a la ciudad.
(10) O.2.53: ὁ μὰν πλοῦτος ἀρεταῖς δεδαιδαλμένος
φέρει τῶν τε καὶ
τῶν
καιρόν, βαθεῖαν ὑπέχων
μέριμναν ἀγροτέραν.
La riqueza adornada con buenas cualidades trae la ocasión
para todo (de esto y de lo otro) sosteniendo un pensamiento profundo y
ambicioso.
(11) O.2.10: αἰὼν δ᾽ ἔφεπε μόρσιμος,
πλοῦτόν τε καὶ
χάριν ἄγων
γνησίαις ἐπ᾽ ἀρεταῖς.
Y el tiempo fatal (marcado por el destino) veló por ellos
añadiendo riqueza y gracia sobre las excelencias heredadas.
Se justifica también de este modo el dispendio económico que
suponían la preparación física del atleta, su participación, la propia
celebración del triunfo y el salario del poeta. Sin ese gasto, destaca, no
habría sido posible el espectáculo que se presentaba ante sus ojos, que suponía
para la ciudad la competición y la celebración del triunfo
(12) O.5.15: αἰεὶ δ᾽ ἀμφ᾽
ἀρεταῖσι πόνος δαπάνα τε μάρναται πρὸς ἔργον
κινδύνῳ κεκαλυμμένον:
ἠῢ δ᾽ ἔχοντες σοφοὶ καὶ πολίταις ἔδοξαν ἔμμεν.
Siempre en busca de la excelencia lucha esfuerzo y gasto por
una meta oculta por el riesgo. Quienes tienen éxito parecen sabios hasta a sus
mismos conciudadanos.
Esta insistencia en el gasto tiene también su referencia en
la retórica en la que Aristóteles considera la liberalidad una parte de la
areté por la que los hombres consideran que la riqueza no es una finalidad sino
un recurso para hacer el bien:
(13) Rh. 1366b15: εἶτα ἐλευθεριότης: προΐενται γὰρ καὶ οὐκ ἀνταγωνίζονται
περὶ τῶν χρημάτων, ὧν μάλιστα ἐφίενται ἄλλοι.
A lo que sigue (también) la liberalidad, ya que [los que
practican esta virtud] son desprendidos y no rivalizan por el dinero, que es lo
que más desean todos.
Y ya el último aspecto de la mímesis de la areté es cómo
Píndaro refleja lo que hemos visto en el texto de la Poética, que la mímesis es
la forma más grata de aprender, pues muchas veces insiste en lo grato del
esfuerzo (N. 6) y del placer que da invertir en ese esfuerzo (I. 6)
(14) N.6.24: ἐπεί οἱ τρεῖς ἀεθλοφόροι πρὸς ἄκρον ἀρετᾶς
ἦλθον, οἵτε πόνων ἐγεύσαντο.
Los tres hijos que tenía consiguieron los premios llegando
al máximo punto de la excelencia y disfrutaron esforzándose.
(15) I.6.10: εἰ γάρ τις ἀνθρώπων δαπάνᾳ τε χαρεὶς
καὶ πόνῳ πράσσει
θεοδμάτους ἀρετάς,
Pues si un hombre se alegra recurriendo a la riqueza y al
esfuerzo, es capaz de hacer patentes las capacidades que los dioses le han
otorgado.
II.2. La ἀρετή como δύναμις
El siguiente aspecto que queremos destacar de la areté en
Píndaro es su definición como una dínamis.
En la Retórica Aristóteles define la areté como «la facultad
δύναμις, de producir y conservar los bienes y de procurar muchos y grandes
servicios» destacando el aspecto sociológico de la excelencia, lo que de
beneficioso aporta al conjunto de la sociedad
(16) Rh 1366a35: ἀρετὴ
δ᾽ ἐστὶ μὲν δύναμις ὡς δοκεῖ ποριστικὴ ἀγαθῶν καὶ φυλακτική, καὶ δύναμις εὐεργετικὴ
πολλῶν καὶ μεγάλων, καὶ πάντων περὶ πάντα
La facultad de producir y conservar los bienes y de procurar
muchos y grandes servicios de todas clases y en todos los casos.
Esta definición se contradice con la de tipo psicológico que
encontramos en la Ética, donde, en un contexto similar –la definición del
objeto del discurso de exhibición– afirma expresamente que «las aretai no son
dinameis», que la excelencia no es una potencialidad, ni una pasión sino que
son modos de ser (ἕξεις):
(17) EN 1105b30: πάθη
μὲν οὖν οὐκ εἰσὶν οὔθʼ αἱ ἀρεταὶ οὔθʼ αἱ κακίαι,… διὰ ταῦτα δὲ οὐδὲ δυνάμεις εἰσίν
(…) λείπεται ἕξεις αὐτὰς εἶναι.
Ni las virtudes ni los vicios son pasiones (…) ni tampoco
facultades (…) sólo resta que sean modos de ser.
Esta discordancia en las definiciones no es extraña en los
escritos aristotélicos y es atribuible por una parte a una evolución de su
propio pensamiento y por otra a que Aristóteles ajusta las definiciones a la
naturaleza y la finalidad del tratado en el que esta se encuentra y, en el caso
de la Retórica, interesa poner de relieve el aspecto productivo de la areté y
su repercusión en el bien social y no la característica psicológica y su
repercusión ética.
Píndaro incide particularmente en esta característica,
podríamos llamar, «energética» de la areté. La entiende como la capacidad
innata que el atleta posee por su noble y –en cierto modo– divino origen, que se actualiza con el triunfo deportivo y
que se da a conocer y se engrandece gracias a la composición poética.
El poema a su vez recibe también esa energía y adquiere una
dimensión cosmológica, que excede su naturaleza inicial de ser un canto de
victoria sin más.
La concepción de la excelencia como una potencialidad
permite además a Píndaro incorporarse a sí mismo como poeta en el conjunto de
la celebración y atribuirse un papel primordial, ya que es la composición
poética la que actúa como un resorte capaz de actualizar esa potencia creadora
de la areté.
Y es también en este sentido productivo de la areté en el
que Píndaro encuentra una fuente amplia para su creatividad, con osadas y muy
bellas comparaciones:
1. En varias ocasiones
Píndaro compara la areté a un organismo vivo, a una planta que se expande con
el agua limpia y el aire fresco que, por supuesto, son los cantos.
ἐν σοφοῖς ἀνδρῶν ἀερθεῖσ᾽ ἐν δικαίοις τε πρὸς ὑγρὸν
αἰθέρα.
La excelencia aumenta –igual que cuando un árbol rezuma con
las gotas frescas de rocío– cuando se expande difundida en las sabias y justas
sentencias que los hombres proclaman en el aire fresco
Una planta que florece. Evocando también los lugares físicos
en los que se celebraban las competiciones, que destacaban por su fertilidad y
frescor en contraste con lo árido del contorno.
(19) I. 5.17: τὶν δ᾽ ἐν
Ἰσθμῷ διπλόα θάλλοισ᾽ ἀρετά,
Hay en el Istmo floreciendo para ti doble honor
(20) O.9.16: μεγαλόδοξος Εὐνομία, θάλλει δ᾽ ἀρεταῖσιν
σόν τε, Κασταλία,
πάρα
Ἀλφεοῦ τε ῥέεθρον:
Opunte (protegida por Eunomía) florece en acciones virtuosas
[en excelencias] junto a ti, Castalia, y la corriente del Alfeo.
Que no se marchita
(21) P.1.94 οὐ φθίνει
Κροίσου φιλόφρων ἀρετά
No se extingue la amable excelencia de Creso.
2. En otras ocasiones Píndaro, refiriéndose a esa dínamis de
la areté, nos dice que emite destellos, brilla y hace brillar.
(22) I.1.22: λάμπει δὲ
σαφὴς ἀρετὰ
ἔν τε γυμνοῖσι σταδίοις σφίσιν ἔν τ᾽ ἀσπιδοδούποισιν ὁπλίταις
δρόμοις,
Brilla su valentía clara en los desnudos estadios y en las
carreras de hoplitas de escudos resonantes.
(23) N.10.2: φλέγεται
δ᾽ ἀρεταῖς
μυρίαις ἔργων θρασέων ἕνεκεν.
Pues refulge en medio de infinitas muestras de valor a causa
de sus esforzadas gestas
3. Y esa misma potencialidad, esa energía, es la que hace
que transcienda el momento presente. Perdura en el recuerdo
(24) O.4.8: Οὐλυμπιονίκαν
δέκευ Χαρίτων θ’ ἕκατι τόνδε κῶμον,
χρονιώτατον φάος εὐρυσθενέων ἀρετᾶν.
Recibe a este cortejo vencedor olímpico por obra de las
Gracias, luz la más perdurable de excelencias memorables
Se prolonga en el tiempo
(25) P.3.114: ἁ δ᾽ ἀρετὰ
κλειναῖς ἀοιδαῖς
χρονία τελέθει.
La excelencia con los cantos que le dan gloria perdura en el
tiempo.
Genera bienes, los aumenta y los hace perdurar
(26) N.4.39 ἐμοὶ δ᾽ ὁποίαν ἀρετὰν
ἔδωκε πότμος ἄναξ,
En lo que a mí respecta, sea cual sea la excelencia de que
me dotó el soberano destino, sé bien que el tiempo la llevará a la meta
señalada
4. Su potencialidad es una fuente de energía que capacita
para grandes hazañas como escalar altos muros
(27) I.5.44: τετείχισται δὲ πάλαι
πύργος ὑψηλαῖς ἀρεταῖς ἀναβαίνειν.
Amurallada está de antaño su torre, escalabe sólo con altas
excelencias
O llegar hasta las
columnas de Heracles.
(28) O.3.42: εἰ δ᾽ ἀριστεύει μὲν ὕδωρ,
κτεάνων δὲ
χρυσὸς αἰδοιέστατος,
νῦν δὲ πρὸς ἐσχατιὰν
Θήρων ἀρεταῖσιν ἱκάνων
ἅπτεται
οἴκοθεν Ἡρακλέος
σταλᾶν.
Si el agua es excelente, y el oro la más venerable de las
riquezas, ahora Terón, llegando al límite con sus excelencias, alcanza las
columnas de la casa de Heracles.
III. La presencia del
poeta en la composición.
En el texto que sigue al que citábamos al comienzo, en el
que se delimitaba el objetivo del discurso epidíctico, recuerda Aristóteles la
importancia que se otorga en el proceso de la persuasión a la persona que pronuncia
el discurso, que debe ir dando muestras de credibilidad y de ser una persona
virtuosa a lo largo de todo el discurso.
(29) Rh.1366a25:
Συμβήσεται γὰρ ἅμα περὶ τούτων λέγοντας κἀκεῖνα δηλοῦν ἐξ ὧν ποιοί τινες ὑποληφθησόμεθα
κατὰ τὸ ἦθος, ἥπερ ἦν δευτέρα πίστις).ἐκ τῶν αὐτῶν γὰρ ἡμᾶς τε καὶ ἄλλον ἀξιόπιστον
δυνησόμεθα ποιεῖν πρὸς ἀρετήν.
Al tiempo que tratamos de ello, se pondrá de manifiesto a
partir de qué bases tomamos conciencia de que somos de una determinada manera
en lo que se refiere a nuestros hábitos, esto es, lo que era el segundo de los
argumentos. Pues es con esos mismos
procedimientos como podemos ganar la confianza de la gente sobre nuestra propia
excelencia y sobre la de otro.
En un texto anterior hace referencia a esta tarea de
autodefensa del propio hablante como una de las tres pruebas sobre las que se
apoya la argumentación:
(30) Rh. 1356a: Τῶν δὲ
διὰ τοῦ λόγου ποριζομένων πίστεων τρία εἴδη ἔστιν· αἱ μὲν γάρ εἰσιν ἐν τῷ ἤθει
τοῦ λέγοντος, αἱ δὲ ἐν τῷ τὸν ἀκροατὴν διαθεῖναί πως, αἱ δὲ ἐν αὐτῷ τῷ λόγῳ διὰ
τοῦ δεικνύναι ἢ φαίνεσθαι δεικνύναι.
De los argumentos procurados por el discurso hay tres
especies: unos residen en el comportamiento del que habla; otros en poner al
oyente en una determinada disposición; otros en el propio discurso, por lo que
demuestra o parece demostrar.
Y concreta más qué aspectos del carácter y de los hábitos
que manifiesta el orador le otorgan credibilidad por parte de los oyentes y lo
cifra en concreto en manifestarse como una persona moderada (ἐπιεικής)
(31) Rh. 1356a: τοῖς
γὰρ ἐπιεικέσι πιστεύομεν μᾶλλον καὶ θᾶττον, περὶ πάντων μὲν ἁπλῶς, ἐν οἷς δὲ τὸ
ἀκριβὲς μὴ ἔστιν ἀλλὰ τὸ ἀμφιδοξεῖν, καὶ παντελῶς. δεῖ δὲ καὶ τοῦτο συμβαίνειν
διὰ τοῦ λόγου, ἀλλὰ μὴ διὰ τοῦ προδεδοξάσθαι ποιόν τινα εἶναι τὸν λέγοντα
Damos más crédito y tardamos menos en hacerlo a las personas
moderadas. Eso también debe ser efecto del discurso y no de que se tengan ideas
preconcebidas sobre la calidad humana del que habla.
Las muestras de «moderación» ἐπιεικής que manifiesta Píndaro
se reflejan en tres sentidos:
I. Mostrar
admiración y no envidia por el triunfo de otros.
II. Considerarse
a sí mismo como un siervo de los dioses.
III. Sentirse
un ciudadano normal que paga con su poema un tributo a la excelencia y contribuye
de este modo al bien de la ciudad.
I. Píndaro menciona con frecuencia las dos posibles
reacciones que el triunfo del atleta, las cualidades que demuestra y su
consecuencia, el triunfo, provoca en los oyentes y establece una dicotomía entre
los que como él consideran el triunfo un resorte para que el poeta inicie una
composición que contribuya además a la difusión de esa excelencia que se ha
puesto de manifiesto, con lo que realza también lo oportuno de su misión y la
de los que llama la mayor parte de las veces «envidiosos», a los que en
describe como «quienes con su mirada llena de envidia», tratan de silenciar la
victoria, a los que califica de «mentes huecas que ruedan por el suelo en la
oscuridad».
(32) N.4.39: φθονερὰ δ᾽ ἄλλος ἀνὴρ βλέπων
γνώμαν κενεὰν σκότῳ κυλίνδει
χαμαὶ πετοῖσαν: ἐμοὶ δ᾽ ὁποίαν ἀρετὰν
ἔδωκε πότμος ἄναξ,
εὖ οἶδ᾽ ὅτι
χρόνος ἕρπων πεπρωμέναν τελέσει.
Y aquel otro, que nos mira con envidia, hace rodar su mente
vacía en tinieblas rodando por el suelo. En lo que a mí respecta, sea cual sea
la excelencia de que me dotó el soberano destino, sé bien que el tiempo la
llevará a la meta señalada
II. Otro modo de
mostrarse moderado es el de considerarse siervo de los dioses,
Como un mero ejecutor de la voluntad de Zeus, al que pide
ayuda
(33) O.7.87: ἀλλ᾽, ὦ
Ζεῦ πάτερ, νώτοισιν Ἀταβυρίου
μεδέων, τίμα μὲν ὕμνου
τεθμὸν Ὀλυμπιονίκαν,
Ea, pues, oh padre Zeus, que velas en las cumbres de
Atabirio, honra el himno que es propio del vencedor olímpico
Aludiendo a la ayuda que recibe de otras divinidades
(34) I.4.1: ἔστι μοι θεῶν ἕκατι μυρία παντᾷ κέλευθος
Tengo, con el auxilio de los dioses, por todas partes mil
caminos
O Suplicando su ayuda para estar a la altura de lo que
requieren las circunstancias
(35) N.9.53: Ζεῦ πάτερ,
εὔχομαι ταύταν ἀρετὰν κελαδῆσαι σὺν Χαρίτεσσιν
¡Padre Zeus!, te suplico que con el favor de las Gracias
pueda cantar esta excelencia.
De ahí que muchas veces los poemas se transformen en
oraciones, en rituales de culto expreso que el poeta manifiesta hacer de buen
grado tanto para honrar a Zeus como a otros dioses o héroes.
(36) N.1.34: ἐγὼ δ᾽ Ἡρακλέος ἀντέχομαι προφρόνως
Pero yo rindo culto de buen grado a Heracles
III. Finalmente, se muestra moderado cuando considera su
trabajo una obligación. En este sentido define su trabajo como un servicio a la
victoria olímpica
(37) O.7.87: ἀλλ᾽, ὦ
Ζεῦ πάτερ, νώτοισιν Ἀταβυρίου
μεδέων, τίμα μὲν ὕμνου
τεθμὸν Ὀλυμπιονίκαν,
Ea, pues, oh padre Zeus, que velas en las cumbres de
Atabirio, honra el himno que es propio del vencedor olímpico
Como un tributo «melodioso» que sirva como recompensa
merecida
(38) P.2.13: ἄλλοις
δέ τις ἐτέλεσσεν ἄλλος ἀνὴρ
εὐαχέα βασιλεῦσιν ὕμνον, ἄποιν᾽ ἀρετᾶς
Un hombre paga tributo a unos reyes y otro a otros, un
tributo que consiste en un himno melodioso con el que recompensar su excelencia
Que hay que (χρή) pagar para que no quede silenciada la
excelencia
(39) I.1.43: χρή νιν εὑρόντεσσιν ἀγάνορα κόμπον
μὴ φθονεραῖσι φέρειν
γνώμαις.
Es preciso ofrecer, a los que tal honor hallaron, la
magnífica gloria [de los himnos] con no envidioso espíritu.
Y en este sentido se considera un particular al servicio de
la comunidad
(40) O.13.49: ἐγὼ δὲ ἴδιος
ἐν κοινῷ σταλείς
Yo, como particular enviado en misión oficial
Y en algún caso como un extranjero
(41) N.7.61: ξεῖνός εἰμι·
Soy huésped.
IV. La conexión del
poeta con el público
En el texto antes citado (Rh. 1356a), sobre las pruebas
sobre las que se apoya el proceso de la persuasión, dice Aristóteles que una de
ellas es disponer al oyente favorablemente.
Y en otro de los pasajes ya citados sobre las partes de la
virtud que procuran más servicios a los hombres, una de las que enumera es la
sabiduría, σοφία:
(42) Rh. 1366b: μέρη δὲ ἀρετῆς
δικαιοσύνη, ἀνδρεία, σωφροσύνη, μεγαλοπρέπεια, μεγαλοψυχία, ἐλευθεριότης,
φρόνησις, σοφία
Las partes de la virtud son la justicia, la valentía, la
moderación, la magnificencia, la magnanimidad, la liberalidad, [la calma], la
sensatez y la sabiduría.
Y es la idea de sabiduría la que Píndaro utiliza como la
clave de la empatía del poeta y su público.
El término designa en él, como en otros autores, la
habilidad y la sabiduría poética, también –en cierta manera– a los propios
poetas e, indirectamente, se alude con este término y los adjetivos
relacionados con él, a la empatía con los oyentes a los que se trata de sabios,
σοφοί, los que son capaces de entender –por estar dotados por naturaleza de
sabiduría– lo que el vulgo no comprende.
(43) O.2.83: πολλά μοι ὑπ’ἀγκῶνος ὠκέα βέλη
ἔνδον ἐντὶ
φαρέτρας
φωνάεντα συνετοῖσιν·
ἐς δὲ τὸ πὰν ἑρμανέων
χατίζει. σοφὸς ὁ
πολλὰ εἰδὼς φυᾷ·
Muchos agudos dardos tengo bajo mi brazo dentro de mi
aljaba, dardos que hablan para los inteligentes (entendidos); en cambio, para
el vulgo se necesitan intérpretes. Es sabio el que sabe muchas cosas por
naturaleza.
Las composiciones pindáricas sufren continuamente y en
varios sentidos un proceso de reivindicación ante el público. Una de las
razones de esta auto exaltación es que Píndaro, como otros muchos, vivía de la
poesía y eso le exigía hacer una defensa del tipo de composiciones que él
llevaba a cabo y presentarlas como poesías de calidad dirigida a un público
inteligente, dotado por naturaleza de las mismas capacidades que él tiene.
Pues la falta de reconocimiento del público resultaba
humillante como se refleja en la descripción:
(44) P.8.86: κατὰ
λαύρας δʼ ἐχθρῶν ἀπάοροι
πτώσσοντι, συμφορᾷ δεδαγμένοι.
Van por los callejones, fuera de la vista de sus enemigos,
van humillados, carcomidos por la desgracia.
Y el reconocimiento siempre es escaso para el talento
natural y el esfuerzo del poeta y que es obligado como lo es el reconocimiento
económico de cualquier otra actividad.
(45) I.1.46: ἐπεὶ
κούφα δόσις ἀνδρὶ σοφῷ
ἀντὶ μόχθων παντοδαπῶν ἔπος εἰπόντʼ ἀγαθὸν ξυνὸν ὀρθῶσαι
καλόν.
μισθὸς γὰρ ἄλλοις ἄλλος ἐφʼ ἔργμασιν ἀνθρώποις γλυκύς,
μηλοβότᾳ τʼ ἀρότᾳ τʼ ὀρνιχολόχῳ τε καὶ ὃν πόντος τρέφει·
Pues para el hombre que posee el don de la sabiduría es muy
poco lo que recibe por el enorme y múltiple esfuerzo que ha hecho al crear un
noble poema con el que ensalzar de forma hermosa a todos los que le escuchan.
Pues en las tareas humanas a unos les son gratas un tipo de recompensas y a
otros otras. En cada actividad diversa
es la recompensa que a los hombres agrada, según sea pastor, labrador, de aves
cazador o del mar se alimente.
- De ahí la mención
expresa que hace a la riqueza unida a la sabiduría a veces de forma positiva y
otra negativa.
(46) P.2.56: τὸ
πλουτεῖν δὲ σὺν τύχᾳ πότμου σοφίας ἄριστον.
Hacerse rico por haber triunfado en el arte de la noble
sabiduría es lo mejor
(47) P.3.54: ἀλλὰ κέρδει καὶ σοφία δέδεται.
La sabiduría está amordazada por la riqueza
Se entiende también de este modo el estilo de sus alusiones
a la poesía de Homero. La mención de Homero y los héroes homéricos era obligada
para un poeta que había heredado de aquél la misión de inmortalizar la areté de
los héroes, pues –como hemos visto– parte de la ceremonia de triunfo consistía
precisamente en eso, en perpetuar la areté heroica y convencer a los oyentes de
que al celebrar la victoria del atleta no le veían a él sino al propio Aquiles
vencedor, el héroe de toda una comunidad.
Por eso Píndaro se parangona a Homero en cuanto que como él
considera que el don de la poesía, de la sabiduría en este caso, sobre todo en
las Píticas, es inspiración de Apolo y las musas
(48) P.1.10: καὶ γὰρ
βιατὰς Ἄρης, τραχεῖαν ἄνευθε λιπὼν
ἐγχέων ἀκμάν, ἰαίνει καρδίαν
κώματι, κῆλα δὲ καὶ δαιμόνων θέλγει φρένας, ἀμφί τε Λατοίδα
σοφίᾳ βαθυκόλπων τε Μοισᾶν.
Incluso el violento Ares, que ha dejado lejos la afilada
punta de su lanza tiene el corazón lleno de gozo por el sueño, y tus dardos
también los miembros de los dioses encantan con la sabiduría del hijo de Leto y
de las Musas de hondo talle.
(49) P.6.47: νόῳ δὲ πλοῦτον
ἄγει,
ἄδικον οὔθ᾽ ὑπέροπλον ἥβαν δρέπων,
σοφίαν δ᾽ ἐν μυχοῖσι Πιερίδων:
Con talento administra la riqueza, cosechando la juventud
sin injusticia ni soberbia, y la sabiduría en las grutas de las Piérides.
Pero a la vez quiere establecer una distinción entre los
poetas que son ejecutores de lo que la musa les inspira y aquellos que como él
hacen de la poesía el objeto material sobre el que trabajan. Su sabiduría es un tipo de σοφία verdadera y
que no se dirige, como la de Homero, «a la muchedumbre de corazón ciego que se
deja engañar por los cuentos». Por eso se atreve a llamar engañosa a la poesía
de Homero
(50) N.7.22: ἐπεὶ
ψεύδεσί οἱ ποτανᾷ τε μαχανᾷ
σεμνὸν ἔπεστί τι:
σοφία δὲ κλέπτει παράγοισα μύθοις: τυφλὸν δ᾽ ἔχει
ἦτορ ὅμιλος ἀνδρῶν
ὁ πλεῖστος.
Porque hay algo de solemne en sus mentiras [las de Homero] y
en su arte alado. Una sabiduría así nos seduce y nos desvía con sus cuentos. La
generalidad de los hombres en masa tiene un corazón ciego.
Y apropiándose de forma agonística la terminología de la
fuerza, habla de los hábiles artesanos, que sólo con ruido hacen famosos a
algunos personajes míticos, mientras que la excelencia en las composiciones
poéticas no es para muchos sino para pocos.
(51) P.3.113: Νέστορα καὶ Λύκιον Σαρπηδόν’, ἀνθρώπων φάτις,
ἐξ ἐπέων κελαδεννῶν,
τέκτονες οἷα σοφοὶ
ἅρμοσαν,
γιγνώσκομεν. ἁ δ’ ἀρετὰ κλειναῖς ἀοιδαῖς
χρονία τελέθει.
παύροις δὲ πράξασθ’ εὐμαρές.
A Néstor y al licio Sarpedón, que están en boca de todos,
los conocemos gracias a los resonantes versos que compusieron los hábiles
poetas. La excelencia se consigue con cantos ilustres pero a pocos les es fácil
obtenerlos
V. Conclusión
Los epinicios de Píndaro ilustran una vez más, de un modo
práctico, las afirmaciones teóricas de Aristóteles en muchas de sus obras, pero
especialmente en una obra tan confusa como es la Retórica y nos sirven para
acercarnos a los textos y entender a qué se refiere Aristóteles cuando define
conceptos o hace afirmaciones contradictorias. Por otra parte se pone de manifiesto cómo los conceptos
teóricos que constituyen la base de la teoría de la comunicación constituyen
una fuente de inspiración poética muy productiva y relevante en el conjunto del
universo creativo de Píndaro.
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