El juramento dicástico en Demóstenes 24, Contra Androción



El juramento dicástico en Demóstenes 24, Contra Androción

Los ciudadanos atenienses que habían cumplido treinta años, edad en que podían presentarse para ser elegidos miembros de un jurado de la Heliea, estaban obligados a pronunciar el juramento dicástico. La reconstrucción de lo que podía haber sido la fórmula concreta del juramento dicástico se expone en Biscardi (1970) pp. 219-232, Tood (1993), p. 83 y pp. 54-55 y Harrison  (1968-1971) p. 48. Se reconstruye a partir del texto de Pólux, Onomástico VIII. 10 y de las alusiones de los oradores, especialmente del fragmento de Demóstenes. 24. 149-151. Incluía el compromiso de juzgar «en conformidad con la ley» (κατὰ τοὺς νόμους) y «según la opinión más justa» (γνώμῃ τῇ δικαιοτάτῃ), es decir, se obligaban a juzgar utilizando la equidad (ἐπίκεια) en los casos concretos en que pudiera haber una laguna del sistema legislativo o un conflicto entre la equidad y la ley (Biscardy 1970). La mención explícita de esta última fórmula, interpelaba la conciencia de los jueces en lo referente a obligación moral de emitir un veredicto acorde con los principios en los que el legislador se había fundado al redactar una ley. Aristóteles da consejos en la Retórica sobre cómo argumentar una basándose en el juramento dicástico: si la ley no está a favor de la propuesta del orador, le aconseja que interprete el significado de dicha fórmula como «que no hay que servirse con exclusividad de las leyes escritas» (Rh. 1375a); si le es favorable, sugiere que base su argumento en que el juramento «no sirve para pronunciar sentencias al margen de la ley, sino para que no haya perjurio si es que se desconoce lo que dice la ley» (Rh. 1375b). El juramento obligaba igualmente ‑por lo que recogen el texto de Demóstenes (24. 149-151) y el de Aristóteles (Ath. Pol. 67) ‑ a limitarse al tema de la acusación y a evitar, como era frecuente, que los contrincantes hiciesen uso de los tribunales para lanzarse reproches ajenos al tema (Rhodes 2004), a lo que también alude Aristóteles (Rh. 1354a), al principio de la retórica cuando reprueba a los que acostumbran a hablar «fuera del asunto» y manipulando así los sentimientos de los jueces «lo que equivale a torcer la regla de la que uno ha de servirse».
Demóstenes alude al juramento dicástico en los momentos de apelación a los jueces que concluyen la exposición de los hechos.  La primera referencia se encuentra al final de la introducción en la que tras exponer que la finalidad de su discurso es prestar auxilio a la ciudad y obtener satisfacción por ultrajes sufridos por parte de Androción, declara que el modo de llevarlo a cabo será refutando las posibles objeciones del adversario. Sin mencionar la ley recuerda a los jueces el compromiso adquirido de centrarse en el tema de la acusación y, calificando a su rival con adjetivos ofensivos exagerados, los alerta de cómo las habilidades retóricas de éste podrían hacerlos desviarse (παράγων) del tema central. Califica sus argumentos como ‘no justos’ (οὐδὲ δίκαιον), ‘farragosos’ (ἁπλοῦν), ‘engañosos’ (ἐξαπατᾶν), ‘inventados’ (πλάττων) y ‘maliciosos’ (κακούργους). El recurso a la διαβολή, difamación, (Carey 1994:35) para minar la credibilidad del oponente, formaba parte de lo que se consideraba argumentación basada en el ἦθος  del hablante muy unida en la práctica al πάθος que teóricamente, como hemos visto, es rechazada por Aristóteles:

(1) D. 22. 4: οὗτος ἁπλοῦν μὲν οὐδὲ δίκαιον οὐδὲν ἂν εἰπεῖν ἔχοι, ἐξαπατᾶν δ᾽ ὑμᾶς πειράσεται πλάττων καὶ παράγων πρὸς ἕκαστα τούτων κακούργους λόγους  …  ὑπὲρ οὖν τοῦ μὴ παρακρουσθέντας ὑμᾶς ἐναντία μὲν τοῖς ὁμωμοσμένοις πεισθῆναι vηφίσασθαι, ἀφεῖναι δὲ τοῦτον ὄν ὑμῖν πολλῶν ἕνεκ᾽ ἄξιον κολάσαι, προσέχετε τὸν νοῦν οἷς ἐρῶ.
Ese hombre nada franco ni justo podría exponer y, en cambio, tratará de engañaros fingiendo e induciendo engañosamente maliciosas razones en réplica a cada uno de esos cargos  … Por tanto, para que vosotros no seáis engañados y, en consecuencia, persuadidos a votar contrariamente a vuestro juramento y a absolver a ese individuo que por muchas razones es merecedor de vuestro castigo, prestad atención a lo que voy a decir, con el fin de que, una vez me hayáis oído, podáis responder como es debido a cada una de las argumentaciones expuestas por él. (Traducción de López Eire 1985 y texto griego de Butcher y Rennie 1921. También hemos manejado la traducción de Harris 2008 y los comentarios de Faggella 1937).

Al juramento dicástico se refiere también al final del pasaje en el que expone la obligación del consejo de construir naves. Después de ejemplificar lo beneficioso que es para la ciudad contar con esas naves y lo perjudicial de no tenerlas, se anticipa de nuevo a las alegaciones del adversario que intentará exculpar al consejo de tal falta. Vincula su mención, como es frecuente en Demóstenes al papel de las leyes de garantizar la seguridad del estado (Cf. al respecto Racionero 1990:236):

(2)  22. 20:  ἐάν δ’, ὠς ὀ νόμος λέγει καὶ δεῖ τοὺς ὀμωκότας, πικρῶς καὶ ἁπλῶς μὲν προφάσεις ἁνέλητε, φανῆτε δ’ ἀφῃρημένοι τὴν δωρειὰν ὅτι τὰς ναῦς οὐ πεποίηνται, πάντες, ὦ ἅνδρες Ἀθηναίοι, πεποιημένας ὐμῖν παραδώσουσι τὰς τριήρεις, πάντα τἄλλα παρ’ ὑμίν ἐορακότες ἀσθενέστερα τοῦ νόμου γετενημένα.
Si, como dice la ley y deben hacer quienes han prestado juramento, severa y sencillamente liquidáis los pretextos y resulta patente que les habéis privado de la recompensa porque no han construido las naves, todos, varones atenienses, os entregarán construidos los trirremes, por haber visto que ante vosotros todo lo demás ha sido considerado de menor importancia que la ley.

La siguiente alusión se sitúa al final del momento en que Demóstenes, desviándose ya del tema principal, ataca directamente a Androción. La propuesta debe considerarse ilegal porque Androción es un prostituido y tiene una deuda con el Tesoro heredada de su padre; ambos delitos le privan de su derecho a presentar propuestas. Androción aducirá en su discurso que los cargos no están probados y que no es éste el momento de probarlos ya que de lo que se está tratando es de si el consejo merece o no una corona y eso no es sólo propuesta suya sino también de otros miembros del consejo. Refiriéndose a estos otros miembros Demóstenes minimiza el efecto de su intervención diciendo que lo que pretenden es alegar este hecho en beneficio suyo cuando les llegue el momento de hacer la rendición de cuentas. El compromiso de respetar el espíritu del legislador se vincula en este pasaje a la prudencia que lleva a no emitir un juicio que pueda sentar un precedente en procesos posteriores y se usa como una exhortación a considerar otros elementos indirectos que afectan al caso actual:

 (3) 22. 39:  ἂν μὲν ἀπογνῶτε τὴν γραφὴν ταύτην, ἅπαντές εἰσιν ἀπηλλαγμένοι καὶ δίκην οὐδεὶς οὐδεμίαν μὴ δῷ: τίς γὰρ ἔτ᾽ ἂν καταψηφίσαιτ᾽ ἐκείνων, τὴν βουλὴν ὑμῶν ἐστεφανωκότων ἧς οὗτοι προέστασαν; ἐὰν δὲ καταγνῶτε, πρῶτον μὲν τὰ εὔορκ᾽ ἔσεσθ᾽ ἐψηφισμένοι, εἶτ᾽ ἐπὶ ταῖς εὐθύναις ἕκαστον τούτων λαμβάνοντες, ὃς μὲν ἂν ὑμῖν ἀδικεῖν δοκῇ, κολάσετε, ὃς δ᾽ ἂν μή, τότ᾽ ἀφήσετε.
Si emitís un veredicto absolutorio en este caso de acusación pública, todos se ven liberados del asunto y ninguno de ellos pagará pena alguna; ¿pues quién será capaz ya de condenarles, una vez que vosotros habéis coronado al Consejo a cuyo frente ellos habían estado? En cambio, si dais sentencia condenatoria, en primer lugar, habréis votado respetando vuestro juramento, y luego, haciéndoos cargo de cada uno de éstos el día en que rindan cuentas, al que os parezca culpable lo castigaréis, y al que no os lo parezca, entonces lo absolveréis.

Finalmente encontramos una serie de alusiones al juramento al final de la mención del testimonio de otro de los miembros del consejo, Arquías de Colargo y del uso que Androción hará de sus objeciones, disculpando el incumplimiento de la tarea del consejo con el hecho de que los ciudadanos no estaban dispuestos a pagar los impuestos que se les exigían. En todas ellas Demóstenes recuerda de nuevo a los jueces que deben respetar las leyes y atender sólo al tema del que están tratando e ignorar otros asuntos marginales (D. 22. 43, 45 y 46).

La mención del juramento dicástico se sitúa, pues, siempre dentro de lo que se podrían llamar momentos deliberativos, es decir, aquellos en los que el orador cambia el tiempo pasado de narración de los hechos por un tiempo futuro, como explican Anaxímenes en Retórica a Alejandro 1, 3 y Aristóteles en  Rh. 1354ª, y se dirige a los jueces con intención de aconsejarlos (προτροπή) o disuadirlos (ἀποτροπή) sobre lo que considera conveniente (συμφέρον) o dañino (βλαβερόν)(. Y es a la conveniencia a la que vincula Demóstenes la mención del juramento dicástico, pues, como afirma Aristóteles (EN. 1160a) la conveniencia ha hecho surgir y mantiene la comunidad política, y la misión de los legisladores es la de definir lo que es justo y lo que conviene a la comunidad. Esta conveniencia, objeto teórico de la ciencia política, se propone a los ciudadanos en el ámbito del discurso deliberativo (Rh. 1365b), conectándola con la ética, pues las leyes configuran el carácter peculiar de la comunidad que gobiernan conformando las opiniones, el carácter y el comportamiento de los ciudadanos que componen la ciudad que se rige por esas leyes. Goldhill (1986:222 ss) señala la prevención ante los sofistas que había generado la sociedad ateniense. La idea de que la falta de escrúpulos morales formaba parte del sistema de educación de los oradores persuasivos estaba muy extendida y era un punto fácil de ataque. La ética, a su vez, encuentra su culminación en la ciencia política, como comenta Grimaldi 1980 en el pasaje de Rh. 1360a, paralelo al de Pol. 1286a-1287b. Es la sociedad la que debe ayudar al individuo a conseguir sus exigencias éticas. Con ese conocimiento el orador se hace persuasivo, utilizando las costumbres (ἤϑη ) de los oyentes y sus sentimientos (πάϑη), como premisas del argumento persuasivo, considerando que el ἦϑος del auditorio está determinado por la constitución política que los gobierna (De Brown 2001). Y es también parte del ἤθος retórico el recurso a la seguridad, pues (Rh. 1365b) «lo que persuade a todos sin excepción es la conveniencia y, es conveniente aquello que salvaguarda la ciudad» (Rh. 1365b). Demóstenes se refieren a la seguridad al mencionar las leyes porque las leyes siempre actúan como una protección (Rh. 1360a 19) y «son la salvaguarda de la ciudad» (Rh. 1360a 19-35).


The didastic oath in Demóstenes 24, Against Androción.

Athenian citizens who had turned thirty, age at which they could stand to be elected members of a Heliea jury, were obliged to pronounce the dicastic oath. The reconstruction of what could have been the concrete formula of the didastic oath is expounded in Biscardi (1970) pp. 219-232, Tood (1993), p. 83 and pp. 54-55 and Harrison (1968-1971) p. 48. It is reconstructed from the text of Pollux, Onomastic VIII. 10 and of the allusions of the speakers, especially the fragment of Demosthenes. 24. 149-151. It included the commitment to judge "in conformity with the law" (κατὰ τοὺς νόμους) and "according to the most just opinion" (γνώμῃ τῇ δικαιοτάτῃ), that is, they were forced to judge using equity (ἐπίκεια) in the specific cases in which there could be a gap in the legislative system or a conflict between equity and the law (BISCARDY 1970). The explicit mention of this last formula, questioned the conscience of the judges in relation to moral obligation to issue a verdict in accordance with the principles on which the legislator had been founded when drafting a law. Aristotle gives advice in the Rhetoric on how to argue basing the argumentation on the dicastic oath: if the law is not in favor of the speaker's proposal, advises him to interpret the meaning of the formula as "not to be used exclusively with the laws written "(Rh 1375a); if it is favorable, he suggests that his argument be based on the fact that the oath "does not serve to pronounce sentences outside the law, but so that there is no perjury if the law is not known" (Rh 1375b). The oath also required that the text of Demosthenes (24. 149-151) and that of Aristotle (Ath. Pol. 67) be limited to the subject of the accusation and to avoid, as was often the case, that the opponents make use of the courts to launch reproaches unrelated to the subject (RHODES 2004), which also alludes Aristotle (Rh 1354a), to the principle of rhetoric when he reproves those who are accustomed to speak "out of the question" and thus manipulating the feelings of the judges "what is equivalent to twisting the rule that one is to be served."

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