En el recuerdo para siempre Ana Domínguez
Ayer Carmen Blanco Valdés decía en su fb 'Hay que volar a Santiago de Compostela para conocer el verdadero significado de la palabra turbulencia'. A carmen la conocí a través de Ana y pensé que hoy estaría con nosotros conmemorando aquel 11 de enero tan triste que vivimos hace hoy un año. Nada mejor para el recuerdo de una amistad que rememorar lo que ya dijimos en su momento:
'El monocromatismo sencillamente no existe. Hasta la
sensación más primaria, más elemental está llena de matices, de policromías
contrastadas que aturden el corazón y la cabeza.
Esto pensé hoy al levantarme y darme cuenta de que Ana ya no
estaba con nosotros. En mis casi treinta años de amistad he pasado largos
periodos sin verla, aun viviendo en la misma ciudad e incluso -durante los años
que trabajamos juntas- en el mismo edificio. Pero eso no importaba. Allí estaba
siempre con la lealtad y la entereza que le caracterizaban, con su mirada a la
vez crítica e insegura que te hacía sentirte importante y creerte un referente,
un punto de contraste de cualquier decisión que tomaba. Los consejos que pedía
eran de lo más variado: desde un texto para presentar a un conferenciante hasta
las flores que debía comprar para la primera comunión de su hija.
Con Ana he intercambiado y comentado libros. Dos le gustaron
especialmente: Una historia de amor y oscuridad de Amós Oz y el último
que le presté y que no citaré pero del que extrajo una frase que era el lema de
su What’s up: ‘horas non numero, nisi serenas’ (no contabilizan para mi más que
los momentos serenos).
Eso era Ana, la que te echaba un piropo por lo bien vestida
ibas y te reñía bromeando cuando te veía salir a las 9 de la noche de la
facultad porque no era ese el modo de
compaginar la vida familiar y la laboral. Hemos compartido de todo:
recetas de cocina, diseños de muebles, bibliografía sobre retórica, soluciones
informáticas, quejas, cafés y en estos últimos días horas, muchas horas en el hospital. Demasiadas cosas para conseguir
evitar que todo te la recuerde.
Ana era ‘plural’ por definirla de algún modo y añadiría que
era honrada dentro de esa pluralidad. La rectitud era su mayor cualidad y la
que en parte definía todo lo demás. No acataba dogmas, tenía opiniones muy
claras y bien fundamentadas sobre casi todo y estaba abierta a convivir y
discutir con quien no pensaba como ella. Supo así hacer de la honradez y de la
convivencia un arte. Por eso vamos a notar su ausencia'.
Y añadir un abrazo fuerte para Gonzalo y el resto de la familia.
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